La inmunidad de rebaño por primoinfección no puede ser una estrategia de salud válida y ética en la medicina moderna, pues alcanzar dicha protección le va a costar la vida a mucha gente.
Por Carlos Ruesta. 29 julio, 2020.La historia de las pandemias nos enseña que son posibles los rebrotes. Debemos esforzarnos para que no representen una amenaza epidemiológica para la sociedad y no se alcancen picos de mortalidad que sobrepasen la capacidad del sistema de salud. Las medidas, en este momento, son bastante claras: distanciamiento social y el uso de mascarillas certificadas.
Las autoridades no deben dejar de hacer seguimiento de los casos y de sus contactos, mejorando la capacidad de diagnóstico precoz y facilitando el aislamiento de los mismos, en centros de baja y mediana complejidad. Si renunciamos a generar un cerco epidemiológico adecuado, no podremos asegurar que la cadena de contagios se romperá solo con la cuarentena o el distanciamiento social.
La inmunidad de rebaño por primoinfección no puede ser una estrategia de salud válida y ética en la medicina moderna, pues alcanzar dicha protección le va a costar la vida a mucha gente. Los estudios iniciales determinan que la mayoría de personas infectadas por el virus desarrollan inmunidad permanente. En un reducido número de pacientes, los valores de inmunoglobulinas se reducen bastante al cabo de dos o tres meses.
Se han reportado, también, algunos casos de personas que no han desarrollado inmunidad inicial y vuelven a contagiarse por segunda vez. Por lo pronto, lo que sabemos con respeto al SARS COV2 es que la mayoría sí genera una inmunidad aceptable, y los trabajos sobre la vacuna también son esperanzadores. Hay que recordar que llevamos aún seis meses de pandemia y falta mucho por aprender.
Es importante mencionar que los seres humanos sustentamos nuestra existencia basados en las relaciones humanas, tanto en el ámbito afectivo como económico; por lo que una extensa cuarentena, hasta la fabricación de la vacuna, que sería lo teóricamente correcto, resulta insostenible. Lo mejor que podemos hacer es modificar nuestro comportamiento y nuestra manera de ver al virus, aunque el costo sea alto.
Las medidas de prevención se deben mantener por tiempo indefinido, incluso después de la era posvacuna. En un tiempo que nadie sabe, otra pandemia podría llegar y debe encontrarnos mejor preparados como sociedad, con mejores costumbres de salubridad y un mejor sistema de salud, que se enfoque en lo preventivo. Debemos mantener como medidas obligatorias en todo el territorio nacional: el uso de la mascarilla, de preferencia certificada; el distanciamiento social de un metro, mejor si es de dos; y el uso de alcohol en gel o el lavado de manos con jabón.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas en él son de responsabilidad del autor.